Cinco años
La semana pasada salí todos los días por primera vez en dos años. Tenía mucho miedo, no sabía cómo actuar.
El primer día fue extraño, saludé con abrazos a mi jefa solo porque era la primera vez que nos veíamos. En la oficina ya no es obligatorio el uso de barbijo.
Al segundo me encontré con el resto de mi equipo y llovieron nuevamente los abrazos.
Al tercero de estar en esa burbuja, los saludos con beso en el cachete ya no se me hicieron tan incómodos.
Al cuarto nos fuimos de paseo por Buenos Aires.
Al quinto me despedí de ellos y volví a mi casa, a seguir trabajando en mi escritorio.
En esa semana, de a poco, todo fue volviendo. Me sentí viva como antes. Caminé como nunca, mi reloj cuenta pasos no sabe qué pasó. Mi cabeza me discutió un poco, pero cada vez menos. Parecía que la discusión obsesiva de “te vas a enfermar” iba perdiendo fuerza a medida que el disfrute ganaba y que le retrucaba con mis tres vacunas.
Este lunes, esperando un tren, de la nada empecé a cantar Five Years de Bowie. Siempre me gustó el cover de Brian Molko, rápida, casi desesperada, pero con una sonrisa. La puse y al rato entendí que la cantaba por esta parte:
And all the fat, skinny people
And all the tall, short people
And all the nobody people
And all the somebody people
I never thought I’d need so many people
Qué difícil es volver a salir cuando lo que te mantiene adentro es tu mayor miedo: enfermar. Pero creo ahora la balanza se dio vuelta y quedarme adentro tanto tiempo es también enfermar.
Mi canción es de dos años. Acá estoy, viva, con la salud mental hecha polvo, pero viva. Ahora hay que empezar a sanar eso.